domingo, 4 de diciembre de 2011

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Rabia acumulada desde hace mucho tiempo, quizás demasiado. De nada sirve gritar, golpear o llorar, la rabia sigue ahí, destruyéndote por dentro, sacando lo peor de ti, envenenando tu sangre y tu carácter. Piensas que lo mejor es callar y pasar, pero al final se acumula y ya no eres capaz de sacarlo. A veces piensas que se ha ido, te sientes bien por momentos, eres feliz. Pero cuando menos te lo esperas la rabia vuelve, te anuda la garganta y el corazón y te deja sin respiración, te deja impotente y eso hace que tu rabia aumente.
La rabia es la consecuencia de la impotencia, de la injusticia y de la incomprensión. Cuando no entiendes por qué sucede algo, cuando no comprendes por qué a ti y por qué ahora, la rabia te consume por dentro. Y lo peor es no tener contra quien descargarla, lo peor es no tener culpables. Entonces es cuando te callas y haces como que todo va bien pero la rabia, poco a poco, va matándote por dentro.

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